A pesar de lo que diga el Sr. Rajoy, junto con sus
colaboradores, a pesar de tener un Rey “muy preparado” nuevo y otro “muy
campechano” pero muy cascado, a pesar de lo que nos quieran informar
acerca de los buenos datos de la economía, más allá de que,
efectivamente, en el seno de la recuperación europea, los datos que
empiece a obtener nuestro país comiencen a ser algo más
tranquilizadores, los datos de nuestra economía en un rápido diagnóstico
aparece gravemente aquejada por dos síntomas: la elevada tasa de paro y una abultada deuda pública que crece alegremente desde que estalló la crisis financiera.
Tanto es así que, a pesar de que la temporada turística ya ha
comenzado en España, los datos sobre el desempleo no acompañan en la
misma medida a las expectativas de negocio
que el verano trae a nuestro sector de servicios, la patronal de éste
ya ha sido acusada durante la temporada anterior de atender a sus
beneficios por encima de los derechos de los trabajadores: horas extras
sin pagar, sueldos miserables, jornadas interminables…, cosas de la
reforma laboral, debe ser.
En cuanto a la deuda pública, la expresión más acertada de su
evolución podría ser la de “desbocada”. Desde el 2007, último año de
contención de la deuda, los 382.307 millones de euros, que suponían el
36,30% del PIB, hasta el cierre del último trimestre de este año, donde
hemos alcanzado el record de 989.925 millones de euros, casi hemos
triplicado la cifra de deuda y alcanzamos el 96,80% del PIB.
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